
Alianza con la Gobernación del Chocó para democratizar el acceso a las compras públicas en el departamento
4 de agosto de 2025
Alianza con la Gobernación del Chocó para democratizar el acceso a las compras públicas en el departamento
4 de agosto de 2025
Por: Cristóbal Padilla Tejeda
*Director de Colombia Compra Eficiente
Cumplidos los tres primeros años del Gobierno del Cambio es necesario y pertinente hacer un alto en el camino para mirar de dónde viene el país y cuál es el rumbo que sigue, especialmente en materia económica, porque si hay algo que le duela al pueblo es el bolsillo.
Al hacer un ejercicio sencillo de memoria y remontarse al primer semestre de 2022, en pleno fragor de la campaña electoral, los vaticinios más catastrofistas apuntaban a que la elección del proyecto liderado por el hoy presidente, Gustavo Petro, conduciría al país a un desastre económico.
Esa misma lógica del miedo, que desde los sectores de la política tradicional y los agentes del modelo económico imperante por décadas, pronosticaba una debacle en los indicadores macro, como los suelen llamar los tecnócratas: inflación, devaluación del peso, desempleo, quiebra de empresas, estatizaciones y hasta se llegó a advertir de manera temeraria que el país transitaría la misma senda de Venezuela.
Lo cierto es que ninguno de esos pronósticos se cumplió. El país no solo ha sorteado las dificultades del sobre endeudamiento heredado de anteriores gobiernos, sino que los llamados “fundamentales de la economía” hoy demuestran una realidad diametralmente opuesta.
En efecto, Colombia actualmente es un país cuya inflación se encuentra bajo control y con tendencia a la baja: mientras en 2022 el Gobierno del presidente, Gustavo Petro, recibió el país con una inflación anual de dos dígitos, es decir, superior al 10% anual, este año ya se encuentra por debajo de 5%. Esto es, la inflación, considerada el peor impuesto que recae sobre los bolsillos de las familias, se redujo a la mitad.
Dicho sea de paso que, en este escenario de inflación a la baja, resulta incomprensible la terquedad de algunos miembros de la Junta Directiva del Banco de la República que se oponen a reducir las tasas de interés, impidiendo que la economía desfogue todo su crecimiento potencial
En materia de desempleo: uno de las principales preocupaciones de millones de familias, también muestra una esperanzadora senda de disminución. La población ocupada en junio de 2022 era de alrededor de 22 millones de personas; a cierre de junio de 2025 el DANE registró que los ocupados superan los 23,7 millones. Claro, sin desconocer que en situación de desempleo todavía hay más de 2 millones 200 mil, pero a junio de 2022 eran 2 millones 800 mil desocupados. El avance es innegable.
Se decía, de manera ligera por cierto, que el precio del dólar se iba a disparar por encima de los $5.000, lo que tampoco ocurrió. Para julio de 2022 la tasa de cambio promedio estuvo rondando los $4.400 y hoy se ha mantenido estable, incluso por debajo de esa cifra ($4.040, precio promedio mensual a julio de 2025).
Y qué decir de otro de los mayores flagelos que el país ha tratado de combatir por décadas y que representa uno de los más grandes desafíos como sociedad: la pobreza.
El más reciente reporte del DANE sobre pobreza monetaria, es decir, la que mide el ingreso de los hogares, da cuenta de que entre 2022 y 2024 salieron de la pobreza 2,1 millones de personas.
Valga decir, aunque este es un avance significativo porque equivale a la población de ciudades como Cartagena y Barranquilla juntas, Colombia sigue siendo uno de los países más desiguales por lo que se requiere profundizar en las políticas sociales que han hecho posible estos avances.
No hay que olvidar que todos estos logros se han dado en medio de un entorno político adverso, con todo tipo de obstáculos para sacar adelante las reformas sociales que hagan posible un mayor avance.
También ha sido adverso desde lo económico, teniendo en cuenta que el Gobierno del Cambio heredó una costosa deuda pública, que la actual administración ha encarado con entereza y sin maniobras dilatorias que empeñen el presupuesto de futuras administraciones.
El enfoque dado por el actual Gobierno de impulsar la Economía Popular, de la que hace parte por su puesto la nueva política de democratización de las compras públicas, es parte de los motores de la reactivación económica, que han despejado el fantasma de una recesión y han puesto a crecer el PIB al 2,7% anual, tasa superior a los más optimistas pronósticos.
La Economía Popular y su porte al desarrollo del país se visibilizó como nunca antes. Pequeños productores del campo, emprendimientos y micronegocios, hasta ahora invisibilizados, comienzan a ser reconocidos. Para la muestra un botón: para este o 2025 cerca de mil los nuevos pequeños emprenedores entran a la lista de proveedores del Estado.
La apuesta del Gobierno del Cambio es desconcentrar la contratación en entidades oficiales, descentralizarla y, en suma, democratizar el acceso a las compras púbicas, a través de instrumentos como los mecanismos de agregación e demanda.
Esta política les está abriendo espacio a microempresarios para proveer productos y servicios que van desde alimentos, medicamentos, calzado y confecciones, hasta desarrollos tecnológicos y software, entre muchos otros.
Se trata, no más ni menos, que de volver la mirada a las regiones y convertir la contratación pública, hasta ahora controlada por pocas manos, en un motor que consolide el buen momento económico de país.
A un año de terminar esta administración, las cifras no mienten. Y aunque esto suene a lugar común, es pertinente recordar de dónde viene el país para poder hacer una reflexión profunda como sociedad sobre el rumbo que se quiere dar a la nación en el inmediato futuro.